Garrafa solidaria – esclavos de los precios

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Una mañana de Abril en Tucumán,  primera mañana helada de las muchas y muy crudas que se pronostican para la próxima estación, cientos de tucumanos se despiertan temprano mucho antes del amanecer y toman la ruta de la muerte (ahora ruta 301) para un mismo y sacrificado fin: comprar una garrafa social o solidaria.

Pese a la baja temperatura que deja blancos los pastizales y cañaverales muchos tucumanos del interior, de localidades aledañas como Lules, San Pablo, Famaillá o Monteros  a bordo de sus motos, automóviles, camionetas, e incluso en  carros a caballo y a pie, se dirigen hasta una planta de gas ubicada frente a la ruta 301 en la localidad de San Isidro de Lules. La travesía tiene un motivo:  poder adquirir una garrafa a precio económico sin tener que pagar los sobreprecios de los comerciantes sureños.

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La venta al público comienza a las 7 de la mañana, en la fila no hay distinciones, aquí hasta el fin de las clases sociales casi deja de ser utopía, la clase media se reúne con los que menos tienen y aguardan todos juntos como esclavos a que sobren garrafas suficientes, como si de una ración de alimento se tratara.

Al igual que los esclavos uno a uno toman su garrafa como si fuera un pesado grillete, y lo arrastran metro a metro hasta la puerta donde las cambian por cilindros llenados.

En dicha puerta hay un tanque giratorio donde se deposita el cilindro vacío, encima se deja el dinero que recoge un empleado de la planta desde adentro mientras hace girar el tambor para sacar la garrafa usada y poner la nueva.

Uno de los que aguarda por su garrafa solidaria es un hombre canoso y barba de pocos días, lleva una campera desgastada por el tiempo, murmura y nos invita a charlar. Viene dice desde San Pablo, «yo tendría que estar delante de la fila, pero he tenio mala suerte ve, esta mañana se me ha roto la rueda del carro cuando venía, me tuve que volver para arreglarla» nos dice resignado.

«Se acabao el ga’ el otro día y mi mujer me mandaba a comprar una garrafa, no les iba dar con el gusto de pagarle’ lo que piden, le dije a mi señora que le iba a buscar leña, que yo mismo le iba a hacer el fuego para que ella cocine» nos cuenta el hombre mientras las gotas de rocío matinal caen sobre su abrigo desde una morera. Se fuma un cigarrillo y cuenta que vive de hacer changas «yo reparto leña, la otra vez un vago me ha prometido que me iba armar una motosierra y me la iba regalar, el no tiene problema en darme cosas, la otra vez me regalao una maquina de cortar pasto, así de grande, me dijo: tomá, para que hagas plata. Mi señora vende pan amasao, yo lo que gano se lo doy a ella, y con lo que vende sacamo algo para comer y pa darle a los changuitos».

Sobre el gas domiciliario reflexiona: «para hacer poner gas en la casa hay que tener más de 6mil pesos en la mano, para que le hagan llegar el gas noma, despues la conexión para adentro ya es otro precio, y hay que tené la plata esa…».

En la fila una señora comenta que viene de una zona rural de Famaillá, «yo me vine sola, pero esperé a que aclarara un poco, no me gusta manejar en la moto cuando está tan oscuro, la ruta es peligrosa».

Otro de los que ha llegado hasta aquí es un señor de la localidad de Monteros, lleva 4 cilindros de 15kg cada uno, y se expresa «esto sabe por qué pasa? es culpa del gobierno, que no hace nada, nunca hizo nada», mientras aguarda que le vendan la garrafa solidaria, invención del gobierno nacional  tras la lucha y el pedido de diferentes sectores sociales por obtener una garrafa a un precio congelado  para  las personas de escasos recursos  cuando ya por entonces el precio de las garrafas empezaban a dispararse. En esa época  había que hacer papeleo y comprobar que no se tenían recursos suficientes, ahora ya no es necesario y hasta la clase  media sale en su búsqueda. Lejos quedan los años del despilfarro menemista de la clase media, prácticamente en estos parajes la clase media ha muerto, al menos para tener que peregrinar hasta una planta de envasado por un poco de gas.

Todos cuentan que de donde vienen, los comerciantes cobran el doble y más de lo que una garrafa social cuesta, pueden costar entre $50, $60, $70 y hasta $100 mientras que en la planta de gas y en los lugares adheridos a la garrafa solidaria cuestan $16, $20 y $25 según el peso y tamaño del cilindro. Aquí es donde todos se dan cuenta que los sobreprecios de sus localidades son un verdadero robo.

Si creen que venir hasta aquí es un sacrificio, miren lo que sucede en Concepción, en esta localidad según nos cuenta nuestra seguidora @ceciliamol2895  la garrafa solidaria se consigue en el paraje Los Guchea, a 3 km de la perla del sur,  allí se entregan solo 30 números para poder comprar la garrafa. Para asegurarse una hay que pasar la noche y si uno prefiere no amanecerse esperando, por $60 se la llevan su domicilio desde la misma empresa proveedora.

Mientras tanto en Lules y a media decena de garrafas de haberse vendido una de las últimas muchos de los que aguardaban desde temprano se quedaron sin su garrafa, las primeras en agotarse fueron las de 15 kg,  es que según nos informó un empleado de la planta hay un stock de 80 garrafas de ese peso cada día para la venta al público, contra algo más de 300 garrafas de 10 kg. Con la garrafa vacía, molestos murmuran e insultan, mientras del otro lado de la alambrada los camiones descargan garrafas  como las que ellos necesitan, recién llenadas con el preciado gas pero dispuestas para reparto.

¿Cuándo habrá más? preguntan, «el lunes, vengan el lunes temprano»  les prometen.

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Programa Garrafa para Todos

El PRONUREE cogestionó de forma mancomunada con la Secretaría de Energía la reglamentación, instrumentación y seguimiento del Programa cuyo objetivo es posibilitar la accesibilidad del gas licuado de petróleo a los usuarios residenciales de todo el territorio nacional. En tal sentido, se realizaron los siguientes aportes a la política pública:
Participó en la elaboración de los acuerdos de adhesión al Programa con provincias y municipios y se efectuaron las acciones pertinentes para la suscripción de los convenios con empresas y demás organismos intervinientes.
A su vez, desarrollaron instrumentos de seguimiento y control del Programa, con el objeto de unificar criterios de análisis acerca de las variables claves en el cumplimiento del Programa y de transparentar los procedimientos a desarrollarse para tal fin.
Se definió, la metodología de verificaciones e inspecciones de cumplimiento del Programa con el objetivo de realizar los controles pertinentes a escala nacional y propiciar el cumplimiento del mismo. En este sentido, se imparte capacitación a los nuevos agentes verificadores a los efectos de optimizar la herramienta de control.
Paralelamente, se realiza la promoción del Programa en todo el país, con la presencia de intendentes y funcionarios provinciales, siendo el objetivo difundir el Programa y ponderar la necesidad de realizar esfuerzos compartidos entre la Nación y los gobiernos locales.

fuente: http://pmcg.minplan.gov.ar/html/gestion/garrafa.php

 

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